El alcoholismo y la escritura han estado relacionados desde hace años, sin embargo escritores y escritoras no han sido tratadas por igual. Mientras la dipsomanía masculina ha sido elevada al grado de culto, volviendo los bares que frecuentaban lugares de peregrinación, la femenina ha sido escondida. Sin embargo, varias además de grandes escritoras son consumadas bebedoras. Aquí cinco de ellas.
El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers
La historia sucede en el sur de Estados Unidos, en una pequeña ciudad donde la población parece estar abandonada a su suerte. La figura más emblemática del pueblo es el sordomudo John Singer, con el comparten la mayoría de los pobladores la soledad y la marginalidad. El corazón es un cazador solitario nos sumerge de lleno en un viaje por las profundidades del alma humana. Casada a los 19 años con Reeves McCullers, hombre con el que tuvo un matrimonio complejo y lleno de contradicciones, además de separaciones y rupturas. Carson sufría por diversas enfermedades y también de afecciones psicológicas. Esta novela la catapultó a la fama con tan solo 24 años. Toda su obra está llena de amor y dolor a partes iguales, desentrañando los motores del sur profundo norteamericano.
El grito de la lechuza, de Patricia Highsmith
Robert Forester, un hombre tímido, ingeniero aeronáutico, que abandona Nueva York porque ya no puede soportar las disputas con su mujer, se refugia en un lugar de Pennsylvania para trabajar y encuentra sosiego espiando a una muchacha desconocida que se entretiene con sus tareas domésticas. Un día Forester, debido a su peculiar afición, se verá atrapado en un drama de pesadilla, terror morboso y asesinato. Highsmith es la gran escritora de la novela negra norteamericana, sus tramas y personajes oscuros y torturados han incluso a seducido a críticos del género. Su vida azarosa, sus amores apasionados y prohibidos, su homosexualidad, pero también su alcoholismo han creado una leyenda que no beneficia o menosprecia su obra. Al final de su vida, Highsmith vivía con sus caracoles y sus gatos.
La Lluvia de verano, de Marguerite Duras
Esta es la historia de una familia de inmigrantes que vive de subsidios gubernamentales: el padre, la madre y sus siete hijos. Cierto día, Ernesto el más joven e los hijos, encuentra un libro quemado y descubre que ya sabe leer aunque nunca aprendió a hacerlo. Aun así va a la escuela pero de inmediato decide no ir más, pues asegura que «en la escuela me enseñan cosas que no sé». Pronto comenzará a vivir un romance con su propia hermana que lo llevará un final inesperado. La autora tuvo una infancia difícil en Saigón, Vietnam, salpimentada con el poco amor que le prodigaba su madre. Su primer esposo, Robert Antelme, a la postre sería sobreviviente de un campo de concentración nazi, pero el hijo de ambos murió durante la guerra. Luego se casó con Dionys Mascolo y juntos participaron en la Resistencia francesa. Fue parte del Partido Comunista y expulsada de este. Parecía ser que solo el vino y la escritura se mantenían a su lado.
Narrativa completa, de Dorothy Parker
Las mujeres y los hombres que deambulan por los cuentos de Dorothy Parker son seres patéticos que lloran en habitaciones exquisitamente decoradas, coquetean con un empeño digno de mejores causas, o ríen sin ganas en la barra de un bar para olvidar que alguna vez fueron felices. Son parejas desesperadas y tiernas, miembros de la clase alta neoyorquina, de ese periodo de entreguerras, en el que podías ser infiel pero que nadie se diera cuenta, llena de una que crecía a la sombra de un dinero recién estrenado y de unas costumbres que se caían de viejas. Sociedad que Parker conoció tan bien, porque ella misma fue parte. Su alcoholismo fue festivo. Escribió alguna vez que lo suyo era tomarse un Martini, dos como mucho. Después del tercero, ya estaba debajo de la mesa, y al cuarto… debajo de su anfitrión.
Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin
Los cuentos de Lucia Berlin tienen un inigualable toque de humor y melancolía, además, hacen eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo, extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven. Berlin nació en Alaska, hija de un ingeniero de minas, se casó y divorció tres veces y tuvo cuatro hijos. Durante su vida publicó poco más de 70 relatos en diversas revistas literarias norteamericanas sin nunca tener mayor reconocimiento. Mientras esto pasaba ella se hundía en el alcoholismo. Con sus pocas fuerzas, escribía y daba la pelea para ganarse la vida. Fue telefonista, señora de la limpieza, enfermera entre muchos otros empleos más. Finalmente, casi al final de su vida obtuvo una plaza como profesora en Boulder, Colorado.
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