Existen obras escritas por mexicanos que poco a poco se han ganado su estatus de clásicos, que son leídos y estudiados por especialistas de todo el mundo de habla hispana y más allá. Libros que tal vez a su salida no hayan generado muchas ventas, pero que con el tiempo fueron revalorados, como estos cinco que a continuación enumeramos.
Cartucho, de Nellie Campobello
En este libro se narran las otras historias de la Revolución Mexicana, no el gran relato, sino los pequeños detalles que se dieron en las calles, en las ciudades, en especial, las que atestiguó la autora. Aquí las mujeres toman relevancia, pero no como esos personajes que deben ser salvados y acaban llorando al primer balazo. Al contrario, aquí son pragmáticas y valientes. También muestra a los revolucionarios de una forma diferente: a Villa llorando, a los soldados federales departiendo con los niños, al revolucionario que arrulla y canta a la pequeña hermanita, Gloria. Este libro se publica en 1931, en Xalapa, Veracruz, financiada por Germán List Arzubide. Nellie ya había sido marginada por ser villista, por ser mujer y por salirse del canon.
Aura, de Carlos Fuentes
Felipe Montero es un joven historiador que, luego de encontrar un anuncio, se apersona en una extraña casa del centro histórico de la Ciudad de México, para obtener el trabajo. Pronto es contratado por doña Consuelo, viuda del general Llorente, quien lo necesita para que ordene y termine de redactar las memorias de su difunto marido. Consuelo sólo le pide una cosa, quedarse a vivir en la casa. Ahí Montero conocerá a la enigmática Aura, hermosa joven que parecer estar encarcelada. Narrada en segunda persona de singular, lo que le da un toque de extrañeza, que se va acrecentando mientras avanza la lectura ya que cuenta tópicos góticos (la casa vieja, un misterio añejo) pero de una manera fresca. Sin duda, esta breve novela se ha convertido en una de las más leídas por su autor y motivo de peregrinaje para buscar la casa ficticia donde sucede.
El Apando, de José Revueltas
La historia narrada aquí es la de la cárcel dentro de la cárcel, la del castigo acrecentado y como este va degradando al ser humano, hasta convertirlo en bestia. Los protagonistas existen, Revueltas los conoció personalmente durante su confinamiento: Polonio, Albino y El Carajo, tal vez no con esos nombres, pero sí a unos muy parecidos, presos comunes, para diferenciarlos de los políticos. En esta novela que parece breve, está concentrado el tiempo y el espacio. Destila de una manera magistral la violencia entre vigilados y vigilantes, que pueden ver intercambiadas sus posiciones, en la cárcel, el «Palacio Negro de Lecumberri”. Llevada al cine por Felipe Cazals, pronto fue del conocimiento púbico. Sin embargo, la forma en que está escrita, los horrores que cuenta y la cantidad de humanidad que hay ahí, la han convertido en un clásico.
Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro
El pueblo de Ixtepec es quien cuenta en estas páginas una sucesión de episodios en los que se mezclan la crueldad y la fe, la pasión y el odio, la mentira y la perfidia, con la mirada propia de los grandes relatos fantásticos, a través de un amplio reparto de personajes de las distintas capas sociales, desde las prostitutas y los campesinos hasta las antiguas familias y los religiosos. Ixtepec es la representación de los convulsos años posrevolucionarios de un México en el que la injusticia del despojo de tierras, el racismo y la violencia contra las mujeres eran, como lo son hoy, un asunto de todos los días. Fábula poderosa de las heridas históricas de un país y una época, Los recuerdos del porvenir está llamada a ocupar, finalmente, su sitio como un clásico indiscutible de la literatura hispanoamericana.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo
Escritores como Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Günter Grass, Susan Sontag y Mario Vargas Llosa, o el cineasta Werner Herzog, entre muchos más de cualquier lengua, coinciden en calificar esta novela como una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. La encuesta del Instituto Nobel de Suecia, de 2002, dirigida a un centenar de escritores y estudiosos de todo el mundo, ubicó a Pedro Páramo entre las cien obras que constituyen el núcleo del patrimonio universal de la literatura. La primera edición de Pedro Páramo, que se terminó de imprimir el 19 de marzo de 1955 y desde ahí comenzó su largo recorrido alrededor del mundo.
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