El Whodunit es un tipo de novela enigma que le pide al lector tratar de adivinar al culpable antes del final. Nació a finales del siglo XIX en Inglaterra y vio su mayor éxito en los primeros años del siglo XX. A diferencia de la novela negra, el Whodunit es un misterio aséptico, en donde más de hablar de los bajos fondos o la crueldad, es un juego de ingenio entre el escritor y el lector. En estas vacaciones muchos aprovechan para volcarse hacia ellos. Por eso esta semana les dejamos cinco para que los disfruten en sus viajes.
Muerte de un forense, de P.D. James
Como indica el título, un forense es asesinado, de forma brutal, cabe decir, en su laboratorio. Adam Dalgliesh, quien más si no él, se aparece para encontrar al culpable. El detective, poeta y favorito de su creadora P.D. James, se encuentra que hay una pléyade de culpables, todos científicos, todos con resentimientos o deudas con el muerto. Lo que es más problemático es que al ser forenses, saben enmascarar muy bien todo tipo de indicios, lo cual dificulta las pesquisas de Dalgliesh, pero él sabrá sortear todos estos problemas. P.D. James, la única y verdadera heredera de Agatha Christie, fiel a su estilo supera a su maestra brindando un ritmo acompasado a toda la trama y llenando de un humor peculiar la historia.
El misterio del cuarto amarillo, de Gaston Leroux
En el castillo del Glandier existe una habitación, que por el color de los muebles y telas, es llamada amarilla. Una noche, la señorita Stangerson, entra a dicha habitación y cierra con doble llave. Es poco tiempo después que todos comienzan a escuchar los gritos de auxilio de la señorita Stangerson, disparos, ruidos de golpes y muebles que se caen, pero nadie puede entrar a socorrer a la joven que está siendo atacada. Cuando por fin logran derribar la puerta se dan cuenta que no hay nadie más en el cuarto, no hay chimenea y la ventana está cerrada por dentro. Este es el primer enigma que escribiría el periodista Gaston Leroux y que lo volvería muy famosos. Las tramas de cuarto cerrado se volverían una de los enigmas más solicitados por los lectores de principios del siglo XX.
La piedra lunar, de Wilkie Collins
Un precioso diamante de color cambiante es robado de la estatua de un dios hindú por un oficial inglés pese a la maldición que protege la piedra. Años más tarde, su sobrina, una joven adinerada de la sociedad victoriana, hereda la joya por su cumpleaños. Pero la piedra no viaja sola. Tres hindúes siguen sus pasos para recuperar la piedra sagrada. Esta novela juega con el misterio, como poco después lo haría Conan Doyle con El Sabueso de los Baskerville, con la idea de que algo sobrenatural se cierne sobre la piedra. Esto sería la marca de fábrica de Wilkie Collins, quien sería un hombre muy leído en su época, llegando incluso a escribir más de 27 novelas, varios relatos cortos y decenas de ensayos. Sin embargo, para la posteridad quedaron sólo sus obras policiacas.
El signo de los cuatro, de Arthur Conan Doyle
La señorita Mary Morstan, años después de la misteriosa desaparición de su padre, oficial de infantería en Bombay, recibe anónimamente cada año una gran perla por correo, hasta que un día le llega una misiva con una cita a ciegas, lo cual la hace desconfiar. Debido a esto recurre a Sherlock Holmes, quien descifrará el enigma que sucede en la India, apenas moviéndose por Londres, y casi sin salir de sus despacho. Esta es la segunda novela de Holmes, pedida y pagada por adelantada luego del éxito de Estudio en Escarlata. Aquí, Doyle seguiría rajatabla las reglas de Poe, que explica Borges son: un crimen enigmático y, a primera vista, insoluble, un investigador sedentario que lo descifra por medio de la imaginación y de la lógica y un amigo impersonal y un tanto borroso del investigador que lo cuenta todo.
El asesinato de Roger Ackroyd, de Agatha Christie
Las muertes, al parecer naturales, se suceden en la campiña inglesa, la señora Ferrari ha muerto víctima de una sobredosis de somníferos. Hace un año, su marido murió al parecer de una gastritis aguda. Caroline Sheppard, la hermana del médico del pueblo, sospecha que fue envenenado. Pero hace poco Roger Ackroyd, el terrateniente de la villa, aparece muerto con una daga tunecina clavada en la espalda. ¿Estarán las tres muertes relacionadas? Afortunadamente al pueblo ha llegado Hercules Poirot, el peculiar detective de Agatha Christie que descubrirá con ingenio la respuesta a este enigma. Esta novela fue la que lanzó a la fama a la inglesa, aunque ya había publicado otros libros, sería el final de esta que dejaría frío a sus lectores y a los críticos de aquella época. Sería con esta historia que Christie iniciaría una nueva vertiente del policiaco que utilizarán autores como Jim Thompson o Bret Easton Ellis.
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