Después de la Revolución, México surgió de sus cenizas, mientras todo el mundo se implicaba en la Segunda Guerra Mundial, el país se reponía de sus heridas, aprovechaba las oportunidades financieras y fortalecía su oferta cultural. Fue en ese momento que muchos artistas extranjero pusieron su mirada en nosotros y decidieron visitarnos, algunos incluso viviendo temporadas largas y escribiendo libros nodales para su propia obra. Aquí un pequeño grupo de ellos.
Graham Greene
Cuando Graham Greene llegó, en la primavera de 1938, a México ya era un autor conocido en Inglaterra y algunos otros países. Tomando como pretexto su curiosidad por la ley que desató la guerra Cristera, Greene vino a nuestro país para narrar de primera mano los estragos de ella en un libro que nunca se publicó acá llamado The lawless roads. Green reincidiría y escribirá la novela El poder y la gloria, una novela policiaca con ese mismo telón de fondo.
Jack Kerouac
Igual que Greene, Kerouac era católico, tal vez por eso ambos lograron compenetrarse más con los mexicanos. A diferencia del inglés, el norteamericano disfrutaba la misera de los barrios populares, en especial, los de la Ciudad de México que fue donde vivió. Kerouac llegó a mediados de los años cincuenta y en esa estancia produjo un par de libros: el poemario Mexico City Blues y Tristessa. En esta novela cuenta el enamoramiento que sufrió con Esperanza Villanueva, una prostituta.
Malcolm Lowry
El dipsómano, poeta y narrador inglés, Malcom Lowry, tratando de salvar su matrimonio, decide mudarse a Cuernavaca, Morelos en 1936. El problema es que no por moverte a un lugar dejarás tu alcoholismo. Parte autobiográfica, parte ficción, en Bajo el Volcán, narra, además de los lugares que se va topando, como Puebla, Tlaxcala, la Ciudad de México y claro, la propia Cuernavaca, su descenso a los infernos, la forma en que el alcohol lo arrastra en una espiral de perdición. La novela es una de las grandes obras del siglo XX.
Roberto Bolaño
Bolaño pasó su juventud en México, integrándose de inmediato a la bohemia de la ciudad. Ahí el chileno formaría un grupo poético y de choque llamado Infrarrealista, junto a Mario Santiago Papasquiaro, José Vicente Anaya y Rubén Medina, entre otros. Movimiento que acabaría parodiando en su novela Los detectives salvajes. Al saber de su muerte escribiría la extensa novela 2666, en la que también hablaría de su país adoptivo. El México de Bolaño es una salvaje, fantasmal y lleno de aventuras. Curioso, nunca viajó al estado de Sonora y menos Chihuahua.
Patricia Highsmith
Leegó a México luego de leer que otros escritores como D. H. Lawrence y Paul Bowles habían pasado buenas temporadas aquí y habían podido escribir sin dificultades. Highsmith se embarcó a la Ciudad de México, para luego decidirse por Taxco, Guerrero, sitio donde su amigo Bowles había vivido un tiempo. Fue ahí donde centraría dos cuentos y parte de una novela, Un juego para los vivos. Por su carácter seco y su obsesión con el orden, nunca pudo sentirse totalmente integrada al país, sin embargo le dejaría una honda huella.
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