A grandes rasgos…

El género policiaco tiene su origen en Edgar Allan Poe, quien escribió Los crímenes de la calle Morgue (1841) y presentó a su detective analítico Auguste Dupin. Luego le siguieron los ingleses Agatha Christie y Arthur Conan Doyle, quienes crearon a sus respectivos sabuesos: Hercules Poirot (1920) y Sherlock Holmes (1887).

Posteriormente, en los años 40, Raymond Chandler y Dashiell Hammett crearon al detective duro, de rápidas respuestas, que dominaría el género hasta nuestros días.
Han pasado muchos años desde aquellas novelas y detectives, y la novela policiaca se ha propagado por todo el mundo, adquiriendo nuevas y diversas expresiones de acuerdo con sus diferentes lugares de origen. Se ha convertido en uno de los géneros literarios más populares debido a su gran difusión en el cine y la televisión. Un par de ejemplos recientes de esto son Perdida, la exitosa película de David Fincher, o Wallander, la popular serie de la BBC. La primera basada en la novela homónima de Gillian Flynn y la otra en las novelas creadas por el sueco Henning Mankell.
Por dónde empezar: El sueño eterno de Raymond Chandler.
En El sueño eterno aparece por primera vez Phillip Marlowe, el melancólico e impasible detective creado por Chandler. Alejado de la crudeza de otros detectives de la época, Marlowe es en realidad un caballero andante, un tipo que valora más su deseo de justicia a los fines monetarios. Es este desapego lo que lo vuelve encantador, además de sus respuestas rápidas y su humor sarcástico.

Como ejemplo de esto su propia presentación en la novela: “Trabajé en una ocasión como investigador para el señor Wilde, el fiscal del distrito. Su investigador jefe, un individuo llamado Bernie Ohls, me llamó y me dijo que quería usted verme. Me despidieron. Por insubordinación. Consigo notas muy altas en materia de insubordinación, mi general”.
Raymond Chandler decía de sí mismo que “tomó un género popular y le dio relevancia”. Chandler era dueño un humor ácido, de diálogos cortantes y situaciones disparatadas. Mientras filmaban la película de esta novela, le habló Howard Hawks y le preguntó quién había matado al chofer. Chandler le contestó: “que me condenen si lo sé”.
Con qué continuar…

La siguiente parada debe ser con el sueco Henning Mankell, quien escribiera algunas de sus mejores obras asabiendas de que estaba muriendo de cáncer. En Asesinos sin rostro, el primer caso de Kurt Wallander, muestra todo por lo cual se volvería un autor de éxito en todo el mundo. Su detective era frágil y obsesivo, además, reflejaba muy bien la situación de violencia en un país que presumía de su estabilidad. Sin embargo, lo que cautivó a sus lectores fue difícil relación con su padre, el conflictivo día a día con su hija y sus conflictos morales con los crímenes que debía resolver.

Los Estados Unidos son una parada obligada si de autores policiacos se trata. Don Winslow con su trilogía de novelas dedicadas al narco, Salvajes, El poder del perro y El Cartel, se ha vuelto punto de referencia. Sus historias son ágiles, no dan tregua y aluden a personajes reales.
No se te vaya a ocurrir comenzar con…
Definitivamente Vicio propio de Thomas Pynchon. Aunque la trama parece sencilla: un detective privado llamado Doc Sportello vive en la ciudad de Los Ángeles de finales de los años sesenta, y es contratado por Shasta, una femme fatale en toda regla, para buscar a un millonario, quien es su amante. Pero la narrativa se complica debido a sus digresiones, a los enloquecidos personajes y su inevitable paranoia. Todas las novelas de Pynchon son en sí, un reto.

29 septiembre, 2016 at 5:50 pm
Creo que iniciar con Dashiell Hammett (El hombre delgado) es una buena opción también. Y ya algo más «moderno» pero que evoca a los grandes del género podría ser «Pulp», del genial Bukowski. Saludos!
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5 octubre, 2016 at 2:07 pm
Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
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